Por Luis Martínez Alcántara
El mundo del futbol está de luto tras el fallecimiento de Leo Beenhakker, reconocido estratega neerlandés, a la edad de 82 años. Es recordado por su exitosa trayectoria al frente de clubes emblemáticos como el Real Madrid, donde conquistó tres títulos consecutivos de La Liga entre 1987 y 1989, además de una Copa del Rey y dos Supercopas de España.
En México, Beenhakker dejó una huella imborrable al dirigir al Club América durante la temporada 1994-1995. Bajo su liderazgo, las Águilas desplegaron un fútbol espectacular, incorporando figuras como los africanos François Omam-Biyik y Kalusha Bwalya, así como un joven Cuauhtémoc Blanco. Aunque no lograron el campeonato, su estilo ofensivo y dinámico quedó en la memoria de la afición.
Posteriormente, en la temporada 1995-1996, Beenhakker asumió la dirección técnica de las Chivas de Guadalajara, el acérrimo rival del América. Aunque su paso por el Rebaño Sagrado fue breve y sin títulos, su presencia en ambos banquillos más importantes del fútbol mexicano destacó su versatilidad y prestigio en el ámbito futbolístico nacional.
A nivel internacional, además de sus éxitos con el Real Madrid, Beenhakker dirigió a selecciones nacionales como la de Países Bajos en el Mundial de Italia 1990 y llevó a Trinidad y Tobago a su primera Copa del Mundo en Alemania 2006, consolidando su reputación como un técnico capaz de trascender fronteras y culturas.
La partida de Leo Beenhakker deja un vacío en el mundo del fútbol, pero su legado perdurará en la historia de los clubes y selecciones que tuvo el honor de dirigir. Su pasión por el juego, su enfoque táctico y su habilidad para inspirar a sus jugadores lo consagran como una de las figuras más influyentes en la historia del balompié internacional.
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